lunes, 8 de agosto de 2011

UNA CELEBRACION DE LA INOCIENCIA PERDIDA - Suplemente Escenario Diario La Capital - 08-08-2011

Como una especie de devolución por las risas desatadas durante más de 50 años, tres generaciones de rosarinos colmaron ayer las dos funciones que el cómico Carlitos Balá ofreció en el teatro El Círculo para presentar su show. Solo sobre el escenario y con 85 años que el sábado sumarán uno más, desplegó su colección de gags y célebres frases, en medio de la algarabía de los espectadores que cantaron y respondieron a las requisitorias del ídolo sin la mediación de la TV. Fue un momento de celebración de la inocencia.


La cola para la entrada al teatro fue un fiel ejemplo de quiénes fueron ayer a ver a Balá. Los padres con hijos fueron la mayoría, aunque era fácil darse cuenta cual de los dos no podía aguantar más la expectativa. Golosinas en mano y con una sonrisa de oreja a oreja, los mayores iban, hasta con intenciones didácticas, reproduciendo las chanzas y los latiguillos del ídolo antes de ingresar a la sala.


Recuerdos.
Un video con imágenes de su vida y de su trabajo en cine y televisión antecedió al “aquí llegó Balá” de la canción de bienvenida, y todos los recuerdos de una infancia feliz se asomaron en los grandes. Un coro de niños donde no importaba la edad de los cantantes, lágrimas, besos al aire y una letra que nadie olvida se convirtieron en el primer contacto de la gente con el cómico.

Su aspecto es frágil, pero si se considera su edad, destila agilidad y entrega. Canta, baila, hace morisquetas y repite de a uno todas sus bromas de catálogo.

Hace el gestito de idea, plantea adivinanzas, cuenta anécdotas de antaño, “chiquitiiiitos” dice de los chicos de jardín de infantes y habla por teléfono gastando bromas.

Canta, baila y juega con Angueto mientras, según confesaron los organizadores, los más grandes se peleaban por subir al escenario para participar de los juegos de trabalenguas.

Divirtiéndose como un chico está también Rubén Carrera, el cañadense que organizó la cadena de e-mails para que a Balá se le entregue, en su última edición, el Martín Fierro a la trayectoria.

El regreso de Balá a los escenarios supone una apropiación diferente del show por parte del público. La mayoría de las veces, los espectadores se sientan en un teatro esperando ser satisfechos, o a veces sorprendidos, por el artista. No es el caso. Todos conocen la liturgia al detalle y la cumplen con alegría. Pero hay más.

Mandato cultural.
En verdad, la presentación funciona como una forma de agradecimiento al payaso por parte de sus fans, y como un mandato cultural, el de reproducir de generación en generación la leyenda. La del humorista al que nunca se le escapó una mala palabra, que utilizó su arte para fomentar la solidaridad, la salud y la educación, y que desde hace 56 años ha entretenido y entretiene a millones de argentinos.

De todas maneras, el reencuentro con Balá genera una íntima tristeza. La de los tiempos que no volverán, la de la candidez perdida con el paso de la vida, y la de las tardes de merienda y televisión. Una nostalgia que se cura rápidamente cuando Carlitos pregunta: “¿Qué gusto tiene la sal?”. Y todos respondemos, apuntalados por la felicidad que una única palabra puede ofrecer: ¡Salado!

Distinguido
Durante la primera función, el director general de Ceremonial y Protocolo del Concejo Municipal de Rosario, Norberto Martínez, leyó sobre el escenario la resolución a través de la cual Carlos Salim Balá fue nombrado “visitante distinguido” de la ciudad. La iniciativa fue de los ediles Daniela León (UCR) y Edgardo Falcón (PS).

Fuente: Diario la Capital
http://www.lacapital.com.ar/escenario/Una-celebracion-dela-inocencia-perdida-20110808-0008.html