viernes, 19 de julio de 2013

AQUI LLEGO BALA - nota de Hoy del Diario la Razón - 19-07-2013

Aquí llegó Balá

“Yo le agradezco a Dios por tanto cariño que me brinda la gente”, dice el eterno Carlitos, que a punto de cumplir 88 sigue vigente y activo: los fines de semana forma parte de la obra infantil “Panam y circo”, en el Astros. Aquí, una cálida charla en el living de su casa.
Dame la mano… (Carlitos sopla el cachete). Si sos chica, cuando hago esto te reís. Vos no sos chica y también te reís...”. A punto de cumplir 88 años, Carlitos Balá, ícono de la infancia de tantos cuarentones (y cincuentones y también treintañeros) cuenta historias en el living de su casa.

A un costado, una réplica del chupetómetro lleno de trofeos de látex que tantos bebés le han entregado. Arriba, un cuadro en el que Balá le está haciendo Sumbudrule nada menos que a una figura de Charles Chaplin. Varios tarjetones impresos con la cara del ídolo aguardan en su escritorio para ser firmados.

Sinceramente una puede quedarse un tiempo largo, larguísimo escuchando los cuentos, anécdotas y bromas de Balá. “El otro día un tipo vendía un coche con un bidón en el techo. Paro y le pregunto: ¿Cuánto? 35.000. ¿35.000 un bidón? Andá… Otro día paro a un colectivo y le digo al chofer: ¿Va para allá? Sí, no ve que voy para allá. Bueno porque a lo mejor dobla... Soy un tipo que está haciendo bromas todo el tiempo”. Y detrás de su clásico flequillo que hoy es gris, el hombre del gestito de idea hace morisquetas, sonidos, y personajes inolvidables como Petronilo, el dueño de Angueto, el perro invisible y tantos otros. Esto es grandioso, el show de Carlitos Balá en el living de su casa.

“Un tipo me pide algo y yo le contesto: ‘Enseguida estoy con usted y me quedo a pasar el día...’ O: ‘cómo no, más rápido que un bombero... ¡Buenos días! Cómo no, pero temprano para linterna’. Cosas que se me ocurren, yo exploto lo absurdo. Y salgo de lo común...” Y habla Balá, cuenta de su barrio, Chacarita, de sus comienzos murgueros y sus primeras incursiones de humor en público arriba del colectivo de la línea 39. Habla de Sandrini, de Biondi y de Marrone. De “La revista dislocada” y de Porcel. Y cuando habla, se le ilumina la cara.

Hasta hace un mes, era parte del ciclo “Plan TV” (sábados al mediodía por El Trece). Y los fines de semana de las vacaciones de invierno será parte del infantil “Panam y circo”. “Estoy sólo los fines de semana porque no puedo comprometerme para todos los días. Ya no puedo estar todos los días encerrado. Soy muy obsesivo con los horarios y en unas semanas cumpliré 88, ya no estoy para eso”.

¿Cómo ves hoy a los chicos?
_Iguales. El chico me mira, primero, con desconfianza. Le doy la mano y hago morisquetas (sopla el cachete, el labio). ¿Cómo lo hace?, me pregunta. Si te enseño me quedo sin trabajo, le digo. Después sí le cuento: desde que era chiquito como vos que lo hago, tenés que poner la cabeza así, relajás el cachete, ¿ves? Se admira. Practicalo. Y ya el chico me recuerda. Esto lo hago mucho en la playa, en Mar del Plata. Hoy al chico me lo presenta su padre, me lo para adelante y le dice: “éste es el que me hacía reír a mí cuando era chiquito”. Esos padres son mis promotores.

Y aún en esta época de tanta tecnología y estímulos, vos seguís manteniendo tu perfil como hace más de 40 años.
_Es que gracias a Dios, los chicos siguen siendo humanos: le duele la muela y va a ver a la madre. No dice voy al dentista solo, o no me duele. Recurre a su mamá. O por ejemplo: “¿Qué hago? Voy al teatro, no mejor al cine, no mejor al teatro, no mejor al cine, mejor me quedo en casa… veo la tele, pero siempre estoy encerrado... mejor voy al teatro, no mejor al cine, qué película veo, no mejor me quedo en casa...”. La indecisión sigue existiendo, cómo no van a seguir divirtiendo estas cuestiones simples y humanas.

Es que ese es el humor de Balá, simple, humano y tierno. Hace más de cuatro décadas, su corte de pelo impuso un look entre los chicos. El “corte taza” pasó a ser el “corte de Balá”. Allá, por aquel tiempo, cuándo explotaba su popularidad ante los niños, este hombre también criaba, junto a Martha su mujer desde hace 52 años, a sus dos hijos, Laura y Martín.

¿Te padecían o se divertían?
_Mi hija padecía, pobrecita, yo iba a playas populares en Mar del Plata, todos querían tocarle el pelo, hacerle una caricia en el cachete, besarla, ella era chica y no le gustaba nada. La gente decía: “Qué antipática que sos vos y tu papá tan simpático”. A Martín, por ejemplo, sus amiguitos no le creían que era el hijo de Balá.

¿Y vos, eras divertido con ellos?
_Sí y lo sigo siendo. A veces me dicen: “Bueno, pará papá, dejame escuchar la tele". Me encanta hacer reír, es una adicción.

Cuenta además que le gusta cuando lo paran en la calle porque siempre, igual que en Facebook y Twitter, la gente tiene cosas lindas para decirle. “Y yo le agradezco a Dios por tanto cariño, es lo que me mantiene vivo”.

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